Cultura y entretenimiento

‘Milli Vanilli: Girl You Know It’s True’, o el mayor escándalo de la historia de la música que ya está en los cines

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Esta película biográfica recorre su ascenso a la cima del pop de los 80 y su estrepitosa caída cuando se desveló que, en realidad, no cantaban, sino que hacían playback sobre las voces de otros. El suyo es en único Grammy de la historia que ha habido que devolver.

La película reconstruye la historia de estos héroes del ‘playback’ con poca distancia crítica y un interés algo exagerado en dejar bien a los dos ‘músicos’, gente humilde devorada por un sistema corrupto.

“Puede que no lo creáis, pero una vez fuimos las estrellas más grandes del planeta. ¿Sabéis por qué? Porque os dimos lo que queríais”. El anzuelo resulta irresistible, sabiendo que el suyo sigue figurando como el mayor escándalo de la industria de la música. 

Bailaban como locos, eran guapos, las fans los adoraban. Pero un día se descubrió que no cantaban, sino que hacían playback sobre las voces de otros, y el mundo se vino abajo. La generación más joven vive acostumbrada a niveles de artificio estratosféricos en la música, pero para quienes compraban discos y DC’s en los 80 aquello fue lo más parecido al final de la inocencia.

La historia desgrana la figura clave de Frank Farian (peculiar productor alemán creador también del fenómeno Boney M.) y traza el recorrido del engaño, convirtiendo a Fab Morvan y Rob Pilatus, los ‘cantantes’, más en víctimas que en villanos. 

Hay que ver con atención cuando la narración se adentra en la etapa del estrellato y la fama de unos chicos no muy espabilados a los que cegó el éxito. Ahí el kisch de los ricos de los ochenta, la superficialidad y el esperpento se descontrola por momentos.

Pero la película tiene sus virtudes, entre ellas contar con los derechos de todas las canciones originales para su banda sonora.  Y también la garantía de veracidad de la historia, al contar tanto con el apoyo de Morvan y la familia de Pilatus (fallecido en 1998), como con el de los verdaderos cantantes de sus éxitos. De hecho uno de ellos, Brad Howell, y la hija de otro, Jasmin Davis, ejercen de productores asociados.

Tal vez este estreno empuje a que alguna plataforma a emitir en nuestro país el documental ‘Milli Vanilli: El mayor escándalo en el mundo de la musica’, presentado en el último festival de Tribeca.

Fab Morvan se sincera

“Después del escándalo, me pasé dos o tres años sin salir de mi casa. Salía por la noche para hacer la compra y si alguien me miraba o me sonreía asumía que se estaba riendo de mí. Si escuchaba una carcajada me iba corriendo porque estaba convencido de que era por mí. Vivía en una cárcel”.

“La película consigue que te pongas en nuestro pellejo, que el público comprenda nuestro dolor, nuestra vergüenza, que entienda la jaula de oro en la que estábamos atrapados. Me gusta que expliquen cómo se nos ocurrió la estética: el pelo de Jesucristo, Marilyn Monroe, Elvis Presley, James Dean…”.

“Cuando firmamos no ni teníamos manager. El contrato estaba en alemán y en aquel momento yo solo hablaba francés. Recuerdo que había dos tacos de folios: uno que nos dieron para firmar y otro que ni leímos. Yo no sabía que el resto de páginas también eran el contrato. Y cada vez que preguntábamos cuándo íbamos a grabar nos decían: ‘Ya os avisaremos’. En un momento dado nos explicaron que no íbamos a formar parte de ‘ese aspecto del proyecto’. Iban improvisando sobre la marcha. Esa estrategia le había salido muy bien con Boney M”.

De repente, Milli Vanilli tenía tres números uno en Estados Unidos, unas ventas mundiales de ocho millones de copias (el 11º disco más vendido de 1989) y una nominación al Grammy como mejor artista revelación. Cuanto más triunfaban, más difícil sería explicar la verdad. Cuanto más alto llegaban, más estrepitosa sería la caída.

“Era muy difícil actuar para miles de personas que nos idolatraban”. “¿Sabes cómo lo hacía? Me metía la culpabilidad en un bolsillo. Les daba hasta mi última gota de sudor, les daba todo de mí. Pensaba que si hacía feliz a toda esa gente, llegado el momento de la verdad dirían. ‘¿Sabes qué? Este tío me hizo feliz, voy a darle otra oportunidad’. Era joven, no sabía lo que hacía”.

“Yo sabía que todo eso iba a terminar en algún momento, así que quería disfrutarlo al máximo mientras durase. Quería vivir mi sueño. Nos corríamos juergas todas las noches. Solíamos ir a las discotecas con dos limusinas. En una estábamos nosotros, la otra estaba vacía. Cuando se acababa la fiesta llenábamos la otra limusina con 20 o 25 chicas y nos las llevábamos a casa. Era el paraíso. Éramos niños. Nos encantaba la música, las mujeres, la vida”.

“Empezamos a tomar drogas y Rob tomó demasiadas.Él todo lo hacía a lo grande. Antes de cada concierto corría cinco kilómetros. Él siempre corría más rápido que nadie. Siempre quería ganar. No quería perder. Llegó un momento en el que nos teníamos que medicar. Había mucho trabajo, mucha presión, muchas habladurías”.

Un final muy previsible

“Fuimos muy ingenuos porque pensábamos que la gente de la discográfica eran nuestros amigos. Todo el mundo desapareció de golpe. La gente no quería ni mirarnos. Nos convertimos en leprosos. Éramos un chiste para todo el mundo”.

“Cuando conseguimos la fama era maravilloso ser adorado y querido, pero cuando desapareció el amor… es que no sólo desapareció el amor sino que se volvió odio. La gente estaba cabreadísima. Los comentarios eran muy crueles. En ese momento dejé de saber cómo sentirme en mi propio cuerpo. Si no le caes bien a nadie, acabarás por no caerte bien a ti mismo. Yo no me gustaba a mí mismo”.

 “Yo por suerte nunca me metí tanto e las drogas como Rob, él sí estaba enganchado. Cuando fui a desintoxicarme y hablé con el psiquiatra entendí que si no dejaba de tomar cocaína acabaría enganchado y que luego me metería en el crack. Pero Rob… él quería volver a esos tiempos de fama y adoración”.

El 2 de abril 1998, Rob Pilatus apareció muerto en un hotel en Frankfurt acausa de una sobredo sis de tranquilizantes mezclados con alcohol. Tenía 32 años. Hoy Morvan trabaja como DJ, está preparando un proyecto musical y da charlas inspiracionales. Ver la película y saber que mucha gente entenderá su parte de la historia le está sirviendo como catarsis final. Y a nivel cultural, Milli Vanilli expone que aquel escándalo puso de manifiesto los cambios drásticos que sucedían en la industria del pop.

La paradoja de Milli Vanilli es que si hubieran cantado sus canciones es probable que hoy mucha menos gente se acordase de ellos, del mismo modo que ha caído en el olvido la mayoría de grupos de moda de 1989. Y desde luego, si hubieran cantado sus canciones nadie haría una película sobre ellos.

Sinopsis

Milli Vanilli, la banda musical formada por el alemán Rob Pilatus y el francés Fab Morvan, fue todo un fenómeno musical a finales de los 80 y principios de los 90. Con temas enormemente populares, arrasaron en las listas de éxitos de todo el planeta. El dúo parecía tener una gran carrera por delante, hasta que la verdad fue revelada: no eran ellos quienes cantaban sus canciones. Lo que vino a continuación fue uno de los mayores escándalos en la historia de la música. Su ascenso meteórico a la fama acabó siendo eclipsado por su tremendo hundimiento.