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“Maldita”, fantasía de verano con sabor a leyenda arturica

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La nueva serie de Netflix está basada en un cómic de Frank Miller. Las series de corte fantástico también tienen cabida, por qué no, y más esta, “Maldita” que recupera en cierto modo la esencia “arturica”, ya saben, Camelot y todo eso.
Por José Ignacio Vidal
José Ignacio Vidal


Y lo dice un servidor que siempre se ha negado siquiera a dedicarle tiempo a medio capítulo a la “mítica” -y muy sobrevalorada- “Juego de Tronos”, pero es que “Maldita” es otra cosa, porque si bien si utiliza ciertos “atrezzos” de aquella época, con su tono de fantasía- en el más amplio sentido de la palabra- ayuda a digerir mejor ese aroma a Edad Media. 

Y es que Netflix parece haber encontrado un gran filón en las series de corte fantástico. Por ejemplo, “The Witcher” se convirtió de inmediato en una de las “niñas bonitas” de la plataforma, y por su parte, “La monja guerrera” lleva apareciendo en el Top 10 de lo más visto de Netflix desde su estreno.

Pues ahora vuelven a sorprendernos con “Maldita”, una adaptación del cómic de Frank Miller y Tom Wheeler, disponible desde el pasado 17 de julio. Y ya les decimos desde “La Mirada” que va ser una de las grandes sensaciones de este particular verano. Antes de seguir, un consejo: véanla cuando se haya escondido el sol,   que es lo que ha hecho este que suscribe, les aseguro que les ayudará a meterse más en el elemento. Como les decíamos en el título, nos encontramos frente a una particular relectura de la leyenda de Arturo, que potencia la figura de la dama del lago para lograr acercarnos de un modo más actual un relato que ya se nos ha contado en numerosas ocasiones.

Uno de los grandes aciertos de la serie – por suerte para todos- es que no ha caído en la tentación de “juvenilizar” el enfoque, ganándose así al público más joven. No ha sido así, y se nota bastante que los autores del cómic original se han implicado en su elaboración, salvando de ese modo muchos elementos y muy jugosos de esta propuesta, que de otra forma habrían quedado marginados. El propio Wheeler ejerce de “showrunner”, sabiendo cómo aplicar el tono adecuado para ganarse al público adulto, consiguiendo además que la serie no tenga un tono demasiado afectado. Es decir, sí que hay elementos románticos, que parecen pensados a llegar a un público más joven, pero no es más que un ingrediente añadido que, primero, tarda en aparecer, y segundo, y más importante, no supone un foco de interés fundamental.

Es un eslabón más que suma, pero que no se convierte en un lastre. Porque lo que aquí importa es el viaje, físico y emocional, de Nimue para lograr culminar su misión: entregar una espada legendaria a Merlín, un mago sin demasiada buena reputación ciertamente. Y esto es algo que la serie da respaldo a través de las acciones del personaje encarnado por un Gustaf Skarsgard idóneo para el papel y al que ya vimos con “pinta medieval” en “Vikingos”. El Merlín de “Maldita” da una especial fortaleza a la serie, que además va ampliando la mitología de la producción, proporcionando el caldo de cultivo necesario para cuando la cosa estalle.

La verdad es que “Maldita” engancha desde su introducción, esto es, sus cinco primeros episodios, y de una forma eficaz, no como otras series cuyo nombre no quiere uno acordarse, no. Los responsables de esta producción se preocupan realmente de engancharte con argumentos, no como hacen otros que lo fían todo a que veas entera su serie solo porque Netflix te la traiga a tu sofá. A esto contribuye especialmente la muy convincente interpretación de Katherine Langford, australiana de nacimiento y una de las jóvenes con más proyección en Hollywood. Sabe moverse bien tanto cuando debe mostrar su lado más emocional como cuando surgen los peligros y debe demostrar que es la protagonista por más de dos razones. Y de tres.

Y hete aquí que un elemento como la sangre – su abuso más bien, al que uno muestra rechazo- en “Maldita” posee un gran protagonismo y buen ganado. Les aseguro que cada gota merece la pena, al menos en esta serie. Siempre viene bien una buena pelea de espadas, pero si acompaña acertadamente la narrativa, la cosa queda mucho más clara. Y acompañado con la sangre bien vertida, mejor que mejor. Por lo demás, la serie va presentando paulatinamente los paladines rojos como un enemigo formidable. Y que uno de sus representantes -atención aquí- sea un Peter Mullan demostrando su talento y versatilidad para el mal también se agradece, y mucho. 

Un último apunte, bueno, el penúltimo: detalle muy curioso y que queda enormemente bien: la forma de conectar las transiciones entre escenas, enlazando directamente con los diseños de cabecera y recordándonos de paso las viñetas originales. Una seña de mucha identidad para la serie, pero no será la única. Atentos a las sorpresas que guarda… ah! Se me olvidaba. Dije antes el penúltimo apunte, porque ahora viene el último: recuerden visionar este producto al caer el sol, mejor con una cerveza bien fría al alcance. En jarra, claro, como hacían nuestros protagonistas.