Opinión

¿Cuál es la Europa que queremos?

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Se acercan unas importantes elecciones que afectan directamente a nuestro día a día y a nuestras economías familiares en mucho más de lo que creemos y que marcarán si renunciamos o no a nuestra idea de civilización.

En cada ocasión que se convocan unas elecciones europeas, la abstención es superior a la media de otros comicios.

Parece que los españoles en general y los vecinos de Alcobendas en particular, consideran menos importante y decisivo para su vida habitual quién tenga influencia en el Parlamento Europeo. Especialmente los jóvenes están alejados de esta cita.

Y todos hacemos mal. Porque en las elecciones al Parlamento europeo nos jugamos mucho, no solo en el modelo de sociedad que queremos, sino también en lo que nos afecta a nuestra vida cotidiana.

Hay que decidir si queremos que nos lleguen, como está pasando ahora, cada vez más normas burocráticas y más prohibiciones sobre lo que queremos producir, contratar, comer o la manera en la que organizamos nuestro transporte.

Hay que decidir si se sigue obligando a nuestros agricultores y ganaderos a incrementar artificialmente sus costes de producción, en base a una pretendida mejora del medio ambiente, mientras se adquieren productos directamente desde Bruselas a países como Marruecos, – sin exigirles esas mismas restricciones -, lo que supone hacer desde nuestras organizaciones europeas, competencia desleal a nuestros propios agricultores y ganaderos.

Tenemos que pensar si vamos a seguir permitiendo que se decida por nosotros que lo importante es la naturaleza sin el hombre, de tal manera que se trata de limitar aún más la natalidad porque “somos elementos contaminantes” o hacemos una sensata política de mantenimiento del medio ambiente que respete y conviva con nuestra economía y empleo.

Pensar si queremos un modelo de inmigración ilegal masiva, que es el que ahora proponen desde Bruselas Verdes, PSOE y PP, con todas las consecuencias de inseguridad en nuestros barrios y problemas de cultura, unido a condenar a la pobreza y, a veces, a la muerte, a los propios inmigrantes traídos por mafias a un falso paraíso o, de otra manera, hacemos un control exhaustivo y riguroso de nuestras fronteras, mientras ayudamos a esos países de origen a levantar sus economías para poder mantener allí a su población, en su entorno familiar y social.

Y esto no es imposible. Italia, en el último año, ha reducido un 62% la llegada de inmigrantes ilegales a sus costas y ha realizado convenios de colaboración con países origen. Es cuestión de voluntad política.

Hay que decidir si la familia sigue siendo el centro y núcleo de nuestra sociedad o dejamos que absurdas ideologías de género, mantenidas por los grandes partidos, – PP y PSOE votan lo mismo en Europa en el 90% de los casos –, tratan de cambiar y modificar hasta el absurdo nuestro concepto de familia.

 Y, tan importante como lo anterior, si queremos que sigan incrementándose las prohibiciones de todo tipo, incluida la de circular por las calles que todos contribuimos a mantener, instalando zonas de bajas emisiones, como Madrid 360 o Alcobendas Central, aún sabiendo que no han producido ningún efecto en la calidad del aire o recuperamos el control de nuestras vidas frente a los dogmas climáticos y buscamos convivir en libertad.

Animamos a todos los vecinos de Alcobendas a analizar los programas de los partidos que se presentan y descubrir en qué afectan a su vida cotidiana esas medidas de los partidos antiguos y cómo existen soluciones nuevas que han aparecido en contra de todo lo establecido, en contra del pensamiento único. Especialmente nos dirigimos a los jóvenes, que tienen que decidir su futuro en libertad o bajo absurdos dogmas ideológicos.

Fernando Montenegro/Portavoz de VOX en Alcobendas