Cultura y entretenimiento

‘Back to black’ : disfrutemos con Amy Winehouse en la gran pantalla y, aunque difícil, está bien interpretada

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El filme recrea los inicios de la cantante, sus adicciones y amores tóxicos, con la actuación de una Marisa Abela en estado de gracia que intenta imitar una voz inimitable.

El 23 de julio de 2011, Amy Winehouse fue hallada sin vida en su apartamento de Camden Town en Londres junto a tres botellas vacías de vodka, cumpliendo lo que venía siendo la crónica de una muerte anunciada desde hacía meses e incluso años.

Aunque Winehouse había demostrado con solo dos discos (Frank y Back to black, en el momento de su fallecimiento estaba grabando otro proyecto inconcluso, con menos fuerza que los anteriores, que salió luego a la luz con el nombre de Lioness: Hidden treasure) su calidad y genio musical con su particular timbre de voz y su mezcla de jazz, blues, soul y r&b, en los últimos tiempos acaparaba titulares por cuestiones nada relacionadas con su música.

Algunos periódicos ingleses se encargaban de perseguirla continuamente y fotografiarla en las situaciones más humillantes: fumando crack en su casa después de decir en un vídeo que se había tomado seis valium, saliendo de algún club borracha con el que entonces era su novio, Blake Fielder-Civil, o caminando medio descalza por la calle —con una chancla rota— mientras de la nariz parecía salirle una piedra de cocaína. 

La mezcla de genio musical, muerte trágica y estilo inusual de Amy Winehouse era demasiado potente como para pasar desapercibida. Sus padres fueron los primeros en intentar recoger las semillas y trece años después de su muerte todavía continúan haciéndolo: por el aniversario del que habría sido su 40 cumpleaños aprovecharon para publicar los diarios íntimos de la cantante.

En 2011 varios cineastas intentaron empezar proyectos sobre su figura, pero ninguno de ellos progresó a excepción del brutal y honesto documental de Asif Kapadia de 2015, donde desentrañaba su auge y caída. Se centraba en especial en la polémica figura de Mitch Winehouse, padre de la cantante, que aparentemente habría sido uno de los culpables de que no ingresase en rehabilitación con la idea de seguir exprimiéndola hasta la extenuación.

 ‘Amy’, que era el nombre del documental de Kapadia y terminaba con el último concierto de la cantante en Belgrado en 2011, tan pasada que casi no podía mantenerse en pie, parecía lo suficientemente completo como para no tener que decir nada más. Humanizaba a la cantante, que tantas veces había sido demonizada por sus excesos. Sin embargo, quizá faltaba lo que ahora parece estar tan de moda: el biopic.

Ahora se estrena en nuestro país ‘Back to black’, de la directora Sam Taylor-Johnson donde Marisa Abela se pone en la piel de la malograda cantante para contar su vida personal desde sus inicios. Y, lo que es más difícil, también le pone voz.

La película comienza con los primeros pasos de Amy antes del lanzamiento de Frank (2003) y termina con su periodo de sobriedad tras haber pasado por una clínica de desintoxicación, antes de su muerte, de una manera suficientemente cronológica como para que aquellos que no son fans de la cantante tampoco se pierdan con la historia.

Procura no dejarse nada: las adiciones y la bulimia, la relación con su abuela Cynthia que regala algunos momentos tan melodramáticos como los de cualquier biopic, Janis, la madre de la cantante, es prácticamente invisible durante toda la película, la falta de escrúpulos de la prensa británica, su destructiva relación con Blake Fielder los deseos frustrados de ser madre o su obsesión con hacerse los tatuajes más feos del mundo.

Lo más destacable de la película es, sin duda, la interpretación de Abela, que tiene la misma edad que Winehouse cuando murió. Aunque no se parece físicamente a la cantante, hay momentos durante el metraje —cuando Amy finalmente es Amy como todos la recordamos, con el cardado kilométrico, el estilo pin-up e incluso un diente mellado— en que parece realmente ella.

Aunque el tono de voz de Amy Winehouse es inimitable, hay momentos en los que Abela se acerca tanto a él que consigue hacer dudar al espectador. Contó además para las grabaciones con Dale Davis y Ade Omotayo, la banda original de la cantante.

«Una de las cosas increíbles de Amy fue que nunca interpretaba la misma canción de la misma manera», contaba Abela en una entrevista con Radio Times, que pasó cuatro meses, dos horas al día durante cinco días a la semana, aprendiendo a moverse, cantar y tocar la guitarra como la fallecida cantante. Aunque las críticas han sido bastante desiguales, consiguió encabezar la taquilla dos veces en Reino Unido e Irlanda cuando se estrenó el mes pasado.

La banda sonora es el otro acierto del biopic, aunque lo tenían muy fácil. En total aparecen seis canciones de Frank y cinco de Back to black, y Abela canta una versión de Valerie de The Zutons que Winehouse versionó y se encuentra entre su repertorio más conocido

La película elige, convenientemente, no terminar con la muerte de la cantante, que habría sido la opción más sencilla. Pretende, de alguna manera, otorgarle una redención que en vida no pudo tener y explicar de alguna forma las inseguridades de una persona con una profunda necesidad de amar y ser amada.