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Los bulos que mataron a Cleopatra

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Inolvidable es la interpretación de Elisabeth Taylor junto a Richard Burton

Una investigación de universidades europeas sobre los rumores en la historia rescata las falsedades que los dirigentes romanos extendían para su propio interés con fines políticos o militares

El senador Lucio Sergio Catilina nunca quiso quemar Roma, pero gran parte de los ciudadanos de la ciudad así lo creyó, lo que le costó la vida.

El político romano Escipión Nasica le hizo una broma a un campesino sobre sus excesivamente callosas manos, pero la anécdota denigrante se extendió y se deformó, así que perdió las elecciones para convertirse en edil. 

Julio César nunca cruzó el río Rubicón —la frontera entre Italia y la Galia— con un inmenso ejército; sin embargo, eso creyeron sus adversarios, que huyeron despavoridos. Y hasta Marco Antonio y Cleopatra terminaron sus vidas por una burda falsedad que no pudieron detener.

El político, escritor y filósofo Cicerón ya alertó de la importancia decisiva de estos rumores, sobre todo en época electoral, hasta el punto de que podían arruinar la reputación de un político o cambiar el signo de una batalla.

Por ejemplo, el historiador griego Plutarco relata que, en el 49 a. C., Julio César marchaba supuestamente hacia Roma con un enorme ejército (en realidad eran solo 300 jinetes y 5.000 infantes) para atacar a su enemigo Pompeyo Magno. La falsa noticia de su gigantesco ejército provocó el pánico y el caos en la ciudad. Sus habitantes huyeron. “Finalmente, Pompeyo, ante la imposibilidad de conseguir información fidedigna sobre las tropas del enemigo”, abandonó también Roma y dejó vía libre a César.

Cleopatra

Pero el ejemplo de “manipulación pública” al que queremos dar un espacio especial es el de Cleopatra, la reina de los egipcios y protagonista de tantos textos, transformados en diferentes películas por las que nos hemos podido acercar muchos a su personalidad.

La más famosa fue la protagonizada por Elizabeth Taylor y Richard Burton, que terminó en la primera boda entre ambos. Se separaron y se volvieron a casar de nuevo. Cosas de Hollywood.

El bulo que ha pasado a la historia es el siguiente:

“Marco Antonio, en el 32 a. C., hizo testamento en vida. Octaviano -el futuro emperador Augusto- se enteró de que sus últimas voluntades estaban custodiadas por las sacerdotisas vestales y se hizo por la fuerza con ellas. Leyó solo algunas de sus partes en el Senado y en una asamblea popular. Destacó, sobre todo, las cláusulas relativas a sus funerales, ya que Marco Antonio supuestamente había dejado escrito que quería ser sepultado en Alejandría, en Egipto, donde convivía con la reina Cleopatra.

Octaviano creó así de Marco Antonio una imagen de “lacayo de Cleopatra absorbido por el lujo oriental”. Fue la antesala de la declaración de guerra, de la victoria del futuro Augusto en la batalla de Accio frente a la flota de los amantes, de la muerte de Antonio y del suicidio de Cleopatra”.

El bulo entendido como noticia está en el origen del rumor que permite modelar la opinión pública y contagiar el pánico, a partir del cual era factible en Roma justificar la guerra contra Marco Antonio, un héroe para los romanos.

BETTY.GS