Opinión

Para mí el chuletón poco hecho

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He querido esperar unos días para hacer este texto y he podido escuchar y leer muchas opiniones que se contradicen unas a otras.
Manuel Vega

Desde hace unos años, pocos realmente, ha crecido la opinión a favor de los vegetarianos y últimamente de los veganos. Pero incluso entre ellos hay contradicciones muy claras.

La lucha o, mejor dicho, la defensa de estos dos grupos contra la carne animal y los procesados está llegando a límites que rozan la irracionalidad. Y pongo como ejemplo los procesados. La carne la voy a dejar para después.

Bacón, butifarra, jamón cocido, salami, sobrasada, morcilla, mortadela, fuet, fiambre de pechuga de pavo y jamón serrano son solo algunos ejemplos de carne procesada. Y, como todo, comerlo en exceso es, naturalmente, perjudicial, pero como cualquier otra cosa de la que se abuse.

Y mira por donde se está poniendo de moda entre los veganos las salchichas veganas, mortadela vegana, cruasán vegano y yogures de soja con sabor a fresa azucarados. Y muchas nuevas empresas están saliendo a la luz y prosperando con ello. Puede que tod0o ello sea solo un reclamo para vender ultraprocesados, productos nefastos para la salud.

El médico Joan Sabaté, investigador en dieta vegetariana y frutos secos, realizó una encuesta y descubrió que solo una de cada siete personas que dice que es vegetariana lo es de verdad. 

El tema ha subido de tono estos días por el nefasto video que el ministro Garzón realizó porque sí, porque pensó que algo tenía que hacer dada la oscuridad en la que estaba él y su ministerio.

Garzón no es un personaje popular ni en el Gobierno, ni en su grupo parlamentario y ni siquiera en su partido. Hace unos años dio un golpe en Izquierda Unida y en el PCE y se convirtió en su líder absoluto. Y muy pocos lo entienden.

Es verdad que su partido cada vez está más diluído y él personalmente decidió entrar en la lista de Podemos con una alianza que le aseguraba su continuidad en la política.

Está claro, por lo que digo, que Garzón no me cae bien. No acierto a ver sus méritos ni cuando hace algo, ni cuando lo dice. Su patinazo con la carne ha sido muy bien aprovechado por sus adversarios políticos.

Pero tengo que decir la verdad de todo este problema. En el fondo, después de todo lo escuchado, tiene razón. Lo que pasa es que no ha sabido explicarlo bien, ni ha elegido el lugar y la ocasión más adecuada. Ha caído en la trampa de la oportunidad, lo que es fruto de su inexperiencia. Debería aprender a hacer política de su correlegionaria Yolanda Díaz que está sabiendo ganarse a la gente.

¿Sobran ministerios? Sí, seguro. Pero es lo que tienen los gobiernos de coalición: todos quieren un sillón. ¿Tendrá valor Podemos para hacer una remodelación como ha hecho su socio?

En cualquier caso, dando pié al título, yo como carne y me gusta poco hecha. Son pocos los que se pueden resistir a un chuletón gallego y mucho menos si se puede comer en un asador vascos, todo un lujo.

Y como la carne, he querido, quiero y querré disfrutar de otras muchas cosas que nos ofrece la vida. No todas al alcance de todos los bolsillos, pero existe esa vida que aprovecha las debilidades que tenemos y que merece la pena disfrutar, aunque tenga su parte negativa y que puede hacer que nuestra salud lo sufra.

Pero esa vida sin algún vicio es para mí una vida triste y tampoco pretendo vivir hasta los 150 años.