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Comunicación en tiempos de inflación: hablemos de dinero

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“Money makes the world go round”, cantaban Joel Grey y Lizza Minnelli en la mítica y decadente Cabaret. Y es cierto. Aparte del poder, en la vida cotidiana todo tiene una traducción económica: el viaje que haces, dónde estudian tus hijos, el coche que conduces, la comida que compras. El dinero se ve y se siente cuando está presente; pero genera apuro cuando no abunda. No se habla de dinero, dicen, porque es de mal gusto. Pues perdonen, pero es que, últimamente, no se habla de otra cosa.

Nos acercamos a final de mes y mirar el saldo del banco en el móvil es como entrar en Instagram; casi un tic. En función de los malabares hechos y de los recibos, facturas y demás picoteos que hayan atacado ese mes a la nómina, sabremos orientar si organizamos una cena fuera o nos tomamos unos huevos fritos con arroz blanco en la comodidad del hogar.

En plenos malabares económicos, con la vida carísima por culpa de nadie o solo de Putin, vamos a tener que dejar de pensar que hablar de dinero es de mal gusto. Ahora mismo es la gran preocupación de una enorme mayoría de españoles. Y de las preocupaciones hay que poder hablar con los amigos y la familia cercana. Al fin y al cabo, al dinero no hay ni que mencionarlo: el dinero – y su falta – se ven.

Comunicar en estos tiempos de crisis en los que vayas donde vayas se habla de subidas de luz, comida, gas, gasolina, etc. supone para las personas y para las marcas un enorme reto lleno de empatía, de paciencia y de elegancia. Habrá que normalizar que hoy, hablar de dinero, no es más que hablar del día a día. Veremos qué marcas adoptan el lenguaje y las actuaciones adecuadas. Algunas ya se están desmarcando con medidas que ayuden a sus empleados a conciliar el viejo salario con los nuevos precios.

Nada es más difícil que empatizar con una situación que no se ha vivido. Estar sin un duro tiene distintos significados según quien lo dice. Atentos que en algunos casos es literal; no forcemos las máquinas y no pensemos que decir eso significa que se está pidiendo algo. Estemos alertas. Cuidemos nuestra comunicación para no hacer sentir a nadie que es menos porque ese salario que gana honradamente no es suficiente para extraordinarios. Vienen tiempos muy difíciles y no vamos a hablar de otra cosa: dinero, dinero, dinero. Hagámoslo con libertad y con gusto.

En la magnífica serie “We Crashed”, la protagonista Rebekah le dice a su marido: “A veces pienso que es mejor no tener dinero a tener tanto”. A lo que Adam, sencillamente contesta: “Eso solo lo dice quien siempre lo ha tenido”. Así es. Se le olvida a Rebekah que él sí sabe lo que es no tener nada. 

Si el dinero está moviendo el mundo, el menor de los pecados será poder hablar de ello con relación a nuestro pequeño mundo, a nuestro día a día. Otros que se llenan la boca hablando y trabajando en la economía, no lo están haciendo bien.

“Oigan, que nos asfixian”. “Ya, pero por favor, no hablemos de dinero.

Tambab